miércoles, 5 de agosto de 2009

Salud XXY

Por: Onni Neko

Los intersex, y en particular los XXY, enfrentamos retos muy particulares en este campo, ya que la medicina, y en general, los sistemas de salud pública, no están diseñados para atender adecuadamente a nuestros cuerpos intermedios.

Compensación hormonal y osteoporosis:

En particular, las personas XXY tenemos necesidades endocrinológicas (hormonales) muy específicas, y el campo de la endocrinología es uno de los peor atendidos por el sistema de salud pública. Mi sistema endocrinológico está casi cerrado, ya que no produzco progesterona de forma natural, ni tampoco cortisol. En esto, me parezco a las personas con hiperplasia andrenal congenita (otra condición intersex) pero, dado que tengo el síndrome de Klinefelter, la condición CAH no aplica en mi caso desde el punto de vista médico.

Ahora bien, ¿qué tienen que ver las hormonas con la osteoporosis que frecuentemente aqueja a las personas XXY? Una persona se enfrenta a un cuadro de osteoporosis cuando, en las pruebas de densidad ósea, da una lectura de (-3). En teoría, la osteoporosis puede afectar a cualquier persona mayor de 18 años, si bien, generalmente, sólo afecta a personas mayores de 70, principalmente mujeres, de contextura pequeña, personas que fuman, que no tienen una dieta balanceada, y que no han hecho ejercicio. Sin embargo, a los 35 años de edad, analizada mi situación tanto en la escala de densidad ósea que se aplica a los varones, como en la que se aplica a las mujeres, se me diagnosticó una osteoporosis severa.

Lo que los médicos no me dijeron es que la osteoporosis se produce por falta de estradiol y progesterona (el primero retiene la masa ósea, y la segunda la produce). Independientemente del sexo biológico, el cuerpo humano necesita la hormona femenina estradiol (convertida por la aromatasa en los cuerpos masculinos y producida de forma natural por los cuerpos femeninos) a fin de regenerar y retener masa ósea. Adicionalmente, y dada mi estatura, yo necesitaba mucho más calcio (elemento fundamental en la producción de la masa ósea), vitamina D (que convierte al calcio en hueso), y otros elementos (multivitaminas). En conclusión, la administración de hormonas femeninas era lo que más me convenía, pero, dado que en un mundo binario que sólo admite dos sexos, yo era un “hombre", los médicos no se atrevieron a comentarme este particular.

Identidad de Género:

Mi condición intersex es a menudo patologizada como “desorden de identidad de género” o “disforia de identidad de género”, confundiéndosela con transexualidad. Frente a esto, dos aclaraciones son pertinentes: 1. La transexualidad no debería estar patologizada como un “desorden”, ni debería corresponder a los médicos diagnosticar la identidad de género de las personas. La disforia, o angustia que una persona pueda experimentar al vivir la transexualidad es producto de una sociedad binaria que no permite espacio a la vivencia libre y matizada del género. 2. La intersexualidad no es transexualidad. Para ser transexual, hace falta haber nacido macho o hembra y los intersex no somos ni machos, ni hembras. En todo caso, es común que las personas intersex, afrontemos, en algún momento de nuestras vidas, crisis de identidad de género. Y por las mismas razones que los transexuales; al igual que ellos, no encajamos en el binario, sólo que en nuestro caso, es nuestro cuerpo el que de partida no encaja.

Por otro lado, hay una tendencia a catalogarnos a las personas XXY como machos, sólo que machos “un poquito diferentes”. Puede que para algunos XXY, ésto resulte reconfortante o halagador, pero en el fondo es una mentira. La realidad es que los XXY no tenemos una biología únicamente masculina ni únicamente femenina. ¿Predominantemente masculina, entonces? Supongo que "técnicamente" sí, pero en el fondo la respuesta depende de qué característica física consideremos predominante. Tal vez para buena parte de la sociedad y de la comunidad científica, el pene sea uno de los órganos más importantes de un cuerpo y, entonces, resulta comprensible que cataloguen al cuerpo XXY como un cuerpo predominantemente masculino, porque tiene pene. Pero puede ser que para determinada persona XXY, su pene no sea lo más importante. A lo mejor lo más importante de su cuerpo, para esa persona específica, sea la silueta o los senos característicos de la biología XXY, y entonces considere que su cuerpo es predominantemente femenino. En lo personal, me considero simplemente una persona cuyo cuerpo no es exclusivamente masculino ni exclusivamente femenino.

Orientación Sexual:

A simple vista, suelo ser catalogado como un gay afeminado, o como una lesbiana masculina (dependiendo del sexo que me asignen de partida). En mi adolescencia experimenté cierta dosis de homofobia porque muchos hombres gays se me acercaban “demasiado”. A los veinte, al asumirme como mujer, intenté que me gustaran los hombres como le gustarían a una chica heterosexual. No funcionó muy bien, aunque tuve un acercamiento bonito con un chico en particular, pero eso es otro cuento. Por otro lado, desempeñar el papel de hombre heterosexual con las mujeres es algo que me resulta un tanto forzado. Puedo cumplir el rol sexual sin problema, pero me resulta frío, repetitivo y aburrido. Entonces, ¿cómo me identifico en términos de orientación sexual? Me considero una persona a la que le gustan básicamente las mujeres, pero no en calidad de hombre. ¿Lesbiana entonces? Podría ser, excepto que, como dije antes, en estos momentos de mi vida vivo como “hombre” (con las justas, repito, transitando por el filo de la masculinidad). ¿Lesbiana masculina? Tal vez es lo que más se asemeja a lo que soy, pero ya sabemos que no del todo.

Apariencia física:

Tengo un cierto nivel de desarrollo mamario, pero, como ya sabemos, no soy mujer. Y, como sabemos, tampoco soy hombre. La cinturita y cadera esculturales de mis veinte años eran muy difíciles de disimular, por lo que en aquel entonces, me cansé de explicarle a la gente continuamente que no era mujer. Si hubiera sido más osado en aquella época, quizás habría emprendido la ruta de hombre a mujer, y transitado hacia la feminidad total.

Cabe recalcar que la mayoría de los XXY, dado que se sienten hombres, emprenden un camino de masculinización para eliminar sus características femeninas. Lo hacen a través de la hormonoterapia de testosterona. Adicionalmente, algunos, se someten a cirugías de remoción de sus senos intersex. Inyectarme testosterona y practicarme una mastectomía son dos cosas que yo nunca haría, precisamente porque no me identifico como hombre (o como sólo hombre).

Han pasado varios años ya, desde que me diagnosticaron el Síndrome de Klinefelter. He recorrido un largo camino en busca de respuestas y soluciones a la fatiga extrema, al dolor muscular y óseo, y a la crisis de identidad de género. Han tenido que transcurrir tres décadas en mi vida para que todos esos problemas desaparezcan. La solución a mis problemas físicos la encontré en el estradiol, la progesterona y las vitaminas. La solución a la crisis de identidad de género la encontré transformando ese diagnóstico impersonal de “Síndrome de Klinefelter” en una reflexión personal y una comprensión profunda de mi cuerpo intersexuado, de mi identidad XXY, y de mi derecho a vivir una vida sana y equilibrada. Espero que este testimonio mío, ayude a otros XXY a disfrutar de ese derecho, antes de los treinta.

1 comentario:

  1. Hola.. Me gustaria conversar contigo sobre el tema .. mi primo al parece tiene esto y necesita ayuda quizas... testimonios de personas como tu .. tienes correo o algo? Damelo por favor ..

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