miércoles, 5 de agosto de 2009

Ser XXY

Por: Onni Neko

Todos los días me enfrento a un mundo binario donde sólo existen lo masculino y lo femenino. Contrariando al mundo, una realidad distinta existe en mi cuerpo, donde lo masculino y lo femenino están repartidos en diversas características físicas y orgánicas. No pasa un día sin que me pregunte si no sería más fácil escoger uno solo de esos dos conjuntos de características, y aniquilar toda huella del otro.

De cara a la sociedad, camino con las justas por el filo de la masculinidad, y lo logro con relativo éxito (por fin) en esta década de mi vida. Digo en esta década, porque mi cuerpo va cambiando, como el de todos, con el transcurrir de los años. Y en determinadas edades, a mi cuerpo le ha costado (y quizá le costará), presentar una estética masculina suficientemente convincente.

Cuando tenía diez años, me veía mucho más “femenina” que “masculino”. En esa edad no era yo quien decidía, sino los adultos, y ellos a menudo me decían “niña”. A mí no me molestaba, pero pronto entendí que a mis padres sí. Cada vez que alguien se “confundía” acerca de mi “verdadero sexo”, ellos se apresuraban a corregir: “es varoncito”; ante lo cual, la persona “confundida” ofrecía mil disculpas. Fue así como, antes de la pubertad, aprendí que ser intersex es motivo de incomodidad y vergüenza en nuestra sociedad.

Nuestro país no reconoce un género andrógino, de modo que o eres masculino o eres femenino para efectos de la cédula de identidad. Yo soy legalmente masculino, porque así me catalogaron al nacer ante la eminencia del signo masculino más sobresaliente de mi cuerpo: mis genitales.

Sin embargo, a la edad de veinte años, preferí presentarme ante la sociedad como una chica joven. Lo hice porque ello me resultaba mucho más fácil que explicarle continuamente a la gente que no era mujer. A los treinta años, en cambio, empecé a vivir como un hombre porque había subido mucho de peso. Mi nueva masa corporal, sumada a mi alta estatura, que es una característica típica de mi condición intersex, hacía que resultara más convincente presentarme como varón (es así hasta hoy). Y, aunque resulta triste admitirlo, parte de mi motivación provenía de la constatación de que a los hombres se les respeta más que a las mujeres. Y eso me convenía.

Pero, ¿quién soy yo y qué soy yo en realidad? Soy entre otras cosas lo siguiente:

Una persona intersex.

Un intersex con un tipo de intersexualidad que la medicina denomina Síndrome de Klinefelter.

Una persona con 47 cromosomas sexuales XXY, en vez de los 46, XY de los varones, o los 46, XX de las mujeres.

Una persona que escoge utilizar estradiol (un estrógeno), en lugar de testosterona.

Una persona que ha leído toda clase de documentos, ensayos, conceptos, textos de biología, etc., y que ha llegado a la conclusión de que la mayoría de médicos enfoca inadecuadamente el tema de la intersexualidad.

Una persona con signos de masculinidad y signos de feminidad simultáneamente presentes en su cuerpo.

Si uso ropa floja, la gente me cataloga como hombre o como mujer, según la voz que me esfuerce en poner. Si afino la voz me catalogan como mujer y, si la agravo, me catalogan como hombre. En cambio, si uso ropa ajustada, la gente me cataloga como mujer, independientemente de la voz que ponga.

Como muchos XXY, en determinado momento de mi vida tuve osteoporosis.

Como muchos XXY, tengo dislexia.

Como muchos XXY, tengo una voz privilegiada para cantar, producto de la mezcla de características masculinas y femeninas en mi organismo.

De manera natural, produzco menos testosterona (4%) y más estradiol (20% o más).

Respecto de la mayoría de personas, no es una decisión sobre mi género lo que me hace diferente, sino mi sexo de nacimiento. No soy transgénero, sino intersex. En otras palabras, no soy un macho genético que decide vivir como mujer, ni una hembra genética que decide vivir como hombre. Soy una persona que, desde el punto de vista genético, no es ni macho ni hembra.

Esto no quiere decir que las personas intersex no tengamos identidad de género, como cualquiera. Entre quienes somos XXY, hay personas que se identifican como hombres (la mayoría), personas que se identifican como mujeres, personas que se identifican como ambas cosas y personas que, como yo, optamos por identificarnos como “ninguna de las dos".

5 comentarios:

  1. yo soy egual a ti todo lo q kuentas m paso a mi pero yo soy xxy
    pero me reasigni mi sexo a mujer x yo m sentia mujer desde q tenia uso de razon i vivo mi vida no la s mis padres si no la mia y soy felis mi correo. es perlanegrall@hotmail.com

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  2. nose cuan complicado sera este sindrome, pero mi caso siempre fui hombre...nunca he tenido alguna inclinacion homosexual. Encuentro malo que digas que los xxy, no son hombre ni mujeres...para la gente ke descubre que tiene esto, es como una piedra en el pecho...para una persona que siempre se ha sentido hombre y vengan a decirle ke no son nada, igual afecta...pero e ahi cada uno con su mundo

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  3. va...no me habia fijado que el blog era para los xxy femidos, como me mandaron este blog a mi correo...bueno ojala les vaya bn con sus costumbres, pero no me interesa el sindrome klinefelter del punto de vista intersexual.

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    1. hola a todos,
      para aquell@s que pueda interesarles les recomiendo la web de la Dra. Samango-Sprouse, una especialista en variaciones X Y dislexia y dispraxia http://www.thefocusfoundation.org/FF/DYSLEXIA.php
      mi nombre es Jolanda Ruiz, como proyecto final de mi postgrado en psicopatologia clinica estoy realizando un trabajo sobre estrategias cognitivas que pueden aplicarse para mejorar en las dificultades lingüísticas. Si te interesa contarme tu historia y que me ayude acomprender cuales son las dificultades cognitivas con que os encontrais podéis poneros en contacto conmigo : jolandaruiz@hotmail.com. Saludos cordiales.

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